El Centro Cultural de Hinojosa del Duque acoge hasta el próximo veintiséis de septiembre una exposición sobre la obra del artista Ángel Rodríguez, vinculado a Hinojosa del Duque desde su juventud y a lo largo de toda su trayectoria vital. Bajo el título de “En busca de la belleza” la muestra reúne algunos de los retratos y paisajes más característicos y singulares de este creador, que a lo largo de su vida siempre se sintió atraído por la sencillez de las personas más humildes, mostrando en sus obras una profunda maestría en la elaboración de las composiciones, especialmente en el retrato.
Ángel Rodríguez cimentó sus vínculos con Hinojosa del Duque justo al finalizar sus estudios, cuando a comienzos de la década de los cincuenta del pasado siglo recibió el encargo de las pinturas murales que hoy decoran el camarín y el presbiterio de la iglesia conventual del Carmen.
En el acto de inauguración de la muestra el alcalde de Hinojosa, Matías González, alabó el compromiso de la familia de Rodríguez. “Sus hijas han querido que esta obra se exponga en su pueblo, pero también han tenido un gesto de generosidad enorme al donar cuatro cuadros a su localidad, obras que permanecerán expuestas de forma permanente en el ayuntamiento”. En su intervención el primer edil de Hinojosa agradeció el gesto de la familia y subrayó la maestría de Ángel Rodríguez para plasmar en su obra la realidad cotidiana de un importante número de personas de las que convivieron con él en Hinojosa. “En sus cuadros nos encontramos con vecinos nuestros, hombres y mujeres que fueron retratados en la década de los setenta y que muestran aquel mundo rural hoy en gran parte desaparecido”.
Las hijas del pintor mostraron su satisfacción al haber conseguido que una parte de las creaciones de su padre permanezcan para siempre en Hinojosa, “aquí nacimos y éste es nuestro pueblo”.
Rodríguez siempre supo compaginar su labor creativa con su profesión como docente y profesor de dibujo en distintos centros de educación secundaria. La muestra ahora abierta al público está compuesta por paisajes, bodegones, pintura religiosa y sobre todo retratos llenos de admiración y respeto hacia las gentes del pueblo, unos sentimientos que trascienden al espectador para introducirlo en distintas escenas cotidianas.
